martes, 12 de agosto de 2008

Sobre héroes y viajes

Y cuando nos vamos de viaje a algún lado, yo manejo.

Y a la ida, me clavan la rodilla, me cantan en el oído, gritan, se quejan, ¿falta mucho? Mi mamá se pone nerviosa por alguna extraña razón y me pide q vaya más lento. Voy a 80, por el costado, y ella agarrada del cinturón de seguridad con fuerza. Hasta que se relaja. Y llegamos.

Y a la vuelta, cuando estamos todos agotados por tanta actividad, yo apoyo la cabeza en el apoyacabezas y voy relajadamente manejando. Mi mamá se pone triste por alguna extraña razón y me dice que no quiere llegar de nuevo a su casa, que vaya más lento, que deje que todos pasen. Voy a 80, por el costado.
Y entonces es ese momento mágico en que los pasajeros se duermen. Profundamente.
Y entonces puedo ir un poco más rápido, y recuerdo al abuelo de Alejandra narrando cuando cargaban durante leguas el cuerpo del gral Lavalle. Y me siento como si estuviera llevando a los caídos, o a los heridos en la batalla del miniturismo, sus cuerpos desparramados en el auto y yo firme y despierta, concentrada y con sus vidas a cargo.
Si hasta puedo ver la mirada compasiva del muchacho del peaje cuando me ve pasar con mis ojitos cansados...

1 comentario:

La Oveja dijo...

oh, estoica conductora de las vacaciones de invierno, aquí, los que nos quedamos en casa, te saludamos!

por qué será que la vuelta siempre se hace más rápida, incluso cuando no queremos volver?