Cuando me mudé, tenía siempre frío. Y tenía miedo al irme a dormir, y al irme a bañar. Cada vez que llegaba a casa, abría la puerta con miedo a lo que pudiera encontrar.
Cuando me mudé, en mi casa había gente todos los días y hablaba mucho por teléfono. Tenía miedo a estar sola. No solo a estar sola sin alguien más para charlar, miedo a estar sola. Sola cuando necesite no estarlo.
Cuando me mudé, me despertaba cuatro o cinco veces por noche, me faltaba el aire siempre. Me preocupaba no llegar a fin de mes, no poder hacer muchas cosas que quisiera. Me preocupaba no tener teléfono e internet y ansiaba solucionar esto cuanto antes.
Cuando me mudé, limpiaba el patio casi a diario. Hacía las compras todos los días, sacaba cuentas. Pensé que necesitaba un sommier grande urgente, para que pudiera venir gente a dormir. Para no dormir siempre sola sola. Me quería comprar un conejo, hacer mil plantas, rápido.
Cuando me mudé, fumaba todos todos los días al llegar a casa y miraba alguna serie hasta dormir. Pensaba que se me estaba pasando el tiempo y de los dos años, ya me estaba gastando un mes, que en cuanto terminara de hacer todo lo que tenía que hacer, ya me tendría que ir. Pensar en todo lo que me faltaba, me agobiaba a tal punto que no podía avanzar. En el trabajo, me peleaba con todos.
Cuando me mudé, me despertaba todos los sábados a las 9 para hacer y comprar todo lo que no podía en la semana.
Pasó un mes.
Mi casa está calentita y ya nunca tengo miedo.
Duermo de corrido, descubrí que no puede faltarme el aire porque la casa está llena de aire y alcanza para una noche.
No me importa tener teléfono ni internet.
No invito a nadie a mi casa.
No compré el sommier, ni el conejo, no cuido ninguna planta más que la que me regalaron.
Perdí las sedas y me dio fiaca comprar más, así que no fumo. Me la paso leyendo, pensando.
Me encanta que en mi mesa haya un solo plato, o una sola taza, ¿quién dijo que es triste? Me encanta ir a la verdulería y comprar dos batatas tres papas una cebolla dos zapallitos. Sacar mi bolsita chiquita de basura todos los días.
Elegir a quién le doy las llaves de mi casa.
Dormir hasta tarde los sábados, total no hay apuro.
Sonreír al darme cuenta algunas noches que desde que salí del trabajo no me comuniqué con ningún ser humano.
Siempre esperé el momento de descubrir que no NECESITO a nadie, para entonces poder pensar en DESEAR estar con alguien. Siempre tuve miedo de no tener elección.
Creo que puedo dar por superada la etapa de estrés post-mudanza.
Hoy me doy cuenta de que todavía nunca lloré en esta casa.
Con renovado afecto, Juan Filloy
Hace 22 horas
4 comentarios:
Me encanta ir a la verdulería y comprar dos batatas tres papas una cebolla dos zapallitos!!!
eso es muy amelieee!!
(´)
te quiero amiga!!
coincido con Let !
yo pensé lo mismo.
:)
es lindo vivir solo..
justamente por poder tener la libertad de E L E G I R cuando dejar de estar solo..
ese es tu poder!
ay, me pinto la nostalgia.
estoy reencontrando blogs que leia en 2004 y 2005 y ver como cambian quienes tipean me emociona. si :)
Bien chizz, estás evolucionando-madurando-creciendo, depende del enfoque psicológico.
Te felicito y me congratulo con tus noticias bloggeriles. Pero poné internet así posteás más seguido y escribís mails, dale?
Vivir sola por elección, y por un tiempo, está muy bueno.
Te quiero.
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