estereotipos

Eran las 9 de la mañana en la oficina, Flor me había mantenido despierta (en el buen sentido) hasta las 3 de la mañana con lo cual mi cerebro aún estaba medio dormilón.

Agarré la pila de pedidos.

De repente, uno de los pedidos era del lugar donde trabajaba mi ex ex.

Fue como un sacudón fuerte para ser tan temprano.

No tenía el teléfono en la orden de trabajo, así que lo busqué en internet. Cuando lo vi, era como verlo escrito en la pantalla de mi celular. El mismo número que vi tantas veces de repente era una recarga de matafuegos.

Llamé a mi jefecito y le dije: - me pasaron este pedido pero no tengo los datos de este cliente.

- Bueno, llamá y pediles el número de cuit, me dijo.

- Tengo miedo de llamar, le dije, ahí trabajaba mi ex.

- (cara de asombro) ¿Tu ex vendía trailers?

- Eh… sí… y yo dejé de ser una empleada de comercio para ser una obrera metalúrgica…

- Claro…

- Bueno, yo llamo pero si me atiende ella, corto y llamás vos.

- jaja ok…

Y hablando de obreras metalúrgicas… el domingo empecé a batir una crema a mano.

Al rato, let me dice ¿querés que siga un rato?

No, la quiero hacer yo.

¿Y no querés que bata un rato y después te la devuelva para que vos seas quien la termina?

No, quiero hacer TODO yo.

Y… ¿no te sentís muy torta camionera si lo lográs?

Eh… sí.

No sé, pero yo me sentí muy orgullosa cuando la crema (que ni siquiera tenía azúcar) estuvo lista.

Creo que me gané en buena ley mi diploma de torta.