viernes, 19 de septiembre de 2008

malaprendida

cuando yo era chiquita y me sentaba en una mesa, pongamos por caso, mi mamá me hacía sentar en la silla y me repetía incansable: hay que usar las cosas para lo que fueron hechas.

luego en la vida fui descubriendo que eso era una gran mentira, o de ser cierto, una gran limitación, y decidí no hacerle caso a mi madre. así fue que me gané el cartel que cuelga en mi cuarto de "Soluciones chizita, lo que usted necesita", por esa vida macgyveresca que me gusta llevar. El otro dia, mi amiga se rió mucho porque corte manteca con el tenedor para ponerla en el puré, que revolví y serví con el pisapapas. Servir puré con el pisapapas es mucho más cómodo de lo que todos podrían imaginar, y permite ir pisando a su vez los pedacitos de pure menos superficiales que se hacían los difíciles cuando estaba llena la fuente.

Y así es que yo, la chica anti-gimnasio por excelencia, me la paso haciendo gimnasia por el mundo. Que si "me tomo" la escalera mecánica la subo un poco a pie, más de gimnasta que de apurada. Y si no estoy apurada y no hay nadie, la voy bajando hasta que me aburro, o subo la que baja. Que cada vez que espero un colectivo subo y bajo del cordón de frente y luego hacia atrás. Y si camino sacudiendo los brazos a lo lisa diciendo yo ire haciendo así, solo estoy descontracturandome un poco. Mis únicas limitaciones son un tanto de vergüenza que aún conservo y mis compañías circunstanciales que me acusan de hiperactividad. Pero siempre será mejor enfrentar una mirada de desaprobación que ir al gimnasio. Siempre.

2 comentarios:

Margot dijo...

Muy verdadero todo, amiga.
Especialmente lo último!

Beso desde El Bolsón.

La Oveja dijo...

no tan mal aprendida entonces...